6.07.2006

 

Una guerra contra el olvido: La lucha por la memoria histórica

En estos tiempos en que la televisión forma parte común de nuestra vida surgen las interrogantes de ¿Cómo aborda este medio a la historia de nuestro país?, ¿estará limitada la historia del México del nuevo siglo a los documentales que Enrique Krause y el grupo Televisa decidan trasmitir?, ¿o a las “novelas históricas” que esa empresa elabora para no pagar impuestos? es decir que tendremos con la “Ley Televisa” una versión donde predominara una historia elaborada para agradar a los grupos de poder, empresarios o líderes políticos.Aclaro que la televisión no es la Secretaría de Educación Pública, no tiene la misión de educar, ni mucho menos enseñar historia a los mexicanos, pero la influencia que este medio masivo de comunicación tiene en las vidas de los mexicanos es impactante (de no ser así, los políticos no gastarían inmensas fortunas en los spot de televisión intentando convencernos de que ellos si pueden o si saben como hacerlo o últimamente en descalificar a sus opositores)Desafortunadamente las cosas en las aulas no pintan nada bien, y es poco lo que se puede hacer en estas para ampliar el conocimiento histórico de la gente, asimismo recordemos que no todos lo mexicanos van a la escuela y además de que hay planes de reformas educativas donde desaparece la asignatura de Historia o libros en los que se esfuman personajes históricos (desde Canek hasta Juárez), y aparecen otros (desde Vicente Fox hasta Juan Pablo II)No soy muy afín a las teorías de conspiración, pero creo que en ésto hay una intención por parte de ciertos sectores de que la gente olvide su historia o parte de ella y me pregunto el ¿por qué?A Jospeh Gobbels, ministro de propaganda del 3er. Reich se le adjudica la frase “di una mentira mil veces y la conviertes en verdad”. Ahora bien, que tal si no dices la mentira sino que dices verdades a medias, o bien que tal si no dices nada y dejas que el pasado empiece a ser olvidado, sobre todo si este es un pasado incomodo para la clase gobernante y los grupos de poder, y al hablar de esto me refiero a una historia contraria a esa historia oficial, donde los actores no son únicamente aquellos “héroes que nos dieron Patria”, sino también donde se aprecia como protagonistas al pueblo y sus formas de organizarse, de resistir, esa historia que enseña que los derechos de los ciudadanos, no son dádivas que del gobierno, sino productos de diversas luchas que han costado la sangre de obreros, campesinos e indígenas, sólo por mencionar algunos de estos grupos que son aludidos sólo como relleno de la obra y no con la verdadera importancia de su papel histórico.Entonces tal vez la intención de hacernos olvidar el pasado es que se cumpla una de las grandes paradojas de nuestro tiempo: hay más pobres que nunca, y menos rebeldes de los que hubo jamás, millones de condenados de la tierra se mantienen tranquilos desde el punto de vista político(1). Y a los poderosos les gustaría que esto continuara de la misma manera, así que entre todos los métodos pretenden utilizar para ello, incluyen el olvido, manipulación de la historia, o como diría Francis Fukoyama, es el fin de la historia y no hay más opción que estar bajo el sistema capitalista. Pero la historia no a acabado y entre las múltiples maneras de interpretar la historia hay que recordar que no es exclusiva para el servicio de los poderosos, sino que también “para los oprimidos y perseguidos el pasado ha servido como memoria de su identidad y como fuerza emotiva que mantiene vivas sus aspiraciones de independencia y liberación.”(2) Es por eso, que los movimientos de resistencia y antisistemáticos tienen su propia forma de ver y contar la historia. Ante la historia oficial y televisada, se antepone la de las tradiciones orales que pasan de generación en generación y la de la cultura popular.

Ejemplo de esto es la cultura indígena donde “el tiempo tiene otra naturaleza, y es uno de los secretos de la resistencia cultural y de la capacidad combativa de esos pueblos. Para ellos el pasado se encuentra en otra dimensión que sigue coexistiendo con el presente. La memoria indígena es un proceso de revitalización del pasado. Las festividades, las danzas, los rezos, la tradición oral, son la fuerza de una memoria que se comunica con esta otra dimensión en que las cosas siguen vivas. Por ello, cuando hablan de Emiliano Zapata o de héroes de la remota Conquista, de la Independencia o del siglo XIX, están hablando de una fuerza que se mantiene viva. En esa otra dimensión del mundo el tiempo no transcurre o es simultáneo, y por ello el pasado convive con lo que estamos viviendo ahora. Así sucede con la memoria de sus luchas agrarias”.(3)Esta visión del pasado va más allá que un intento nostálgico de reconstruir la sociedad de antes, no se trata de un retorno al status quo previo a la llegada de los españoles, eso sería (aparte de imposible) una visión simplista de la forma en que los grupos indígenas ven la utilidad de su historia. En la historia indígena también podemos apreciar como ellos adquieren nuevos elementos que integran otras formas de lucha o de resistencia, que van desde la adaptación de las armas de fuego introducidas por los conquistadores hasta la “otra campaña” donde los zapatistas intentan aglutinar a diversos sectores de la población, no únicamente indígenas sino todos aquellos que de alguna u otra forma resisten y están en contra del sistema neoliberal.No se trata de emisarios del pasado ni de rebeldes primitivos, se trata de nuevas formas de lucha y de una guerra contra el olvido, ese olvido que se intenta imponer desde arriba, se trata de recuperar la memoria histórica y de ver el papel de todos los sectores participantes en los diversos procesos que han formado nuestro país.En otras palabras es reconstruir la historia restituyéndole su dimensión profunda como una historia crítica que esta vinculada a los movimientos sociales actuales y a las urgencias y demandas principales del presente, de una forma que pueda contribuir a la construcción de un futuro menos incierto para las clases desposeídas, que son, la mayoría de los mexicanos.
¡Viva Zapata cabrones!

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